martes, 25 de mayo de 2010
José de Espronceda
José de Espronceda
(Almendralejo, España, 1808 - Madrid, 1842)
Tras recobrar la libertad, regresó a Madrid, pero los acontecimientos políticos del país lo impulsaron a marchar al extranjero. Partió hacia Gibraltar, y de allí pasó a Lisboa, de donde fue expulsado, por lo que hubo de refugiarse en Londres, por aquel entonces punto de reunión de los liberales españoles, en cuyas reuniones participó.
(Almendralejo, España, 1808 - Madrid, 1842)
Poeta español. Hijo de una familia hidalga de fuerte raigambre militar, estudió con Alberto Lista, de quien se convirtió en aventajado discípulo. Desde muy joven se sintió atraído por la literatura y por la actividad política, aficiones ambas que definirían su carrera futura.
En 1823, y a raíz de la ejecución del general Riego, fundó, junto a Patricio de la Escosura, una sociedad secreta en pro de la libertad cuyos jóvenes miembros se hacían llamar los Numantinos. La represión política que siguió al trienio liberal motivó su encierro en un convento de Guadalajara, donde emprendió la redacción de Don Pelayo, poema épico de corte neoclásico que dejó inacabado.
Tras recobrar la libertad, regresó a Madrid, pero los acontecimientos políticos del país lo impulsaron a marchar al extranjero. Partió hacia Gibraltar, y de allí pasó a Lisboa, de donde fue expulsado, por lo que hubo de refugiarse en Londres, por aquel entonces punto de reunión de los liberales españoles, en cuyas reuniones participó.
En Londres conoció a Teresa Mancha, con quien mantuvo una accidentada relación sentimental. Informado de los acontecimientos revolucionarios que se producían en julio de 1830 en París, allí acudió para participar y, poco después, formó parte de la frustrada expedición liberal del coronel Chapalangarra que intentó entrar en España.
Durante su ausencia de Londres, su antigua amante, Teresa, había contraído matrimonio con un comerciante, por lo que ambos decidieron fugarse juntos. Tras otra breve estancia en París, en 1833 regresaron a España, donde Espronceda ingresó en el cuerpo de la Guardia Real. Sus inquietudes políticas, sin embargo, le valieron un destierro en Cuéllar, en 1834, y posteriormente el traslado a Badajoz. También debió esconderse tras la llegada al poder de Toreno, contra cuyo gobierno se rebeló.
Durante sus breves etapas en Madrid, participó activamente en la vida literaria de la capital y a pesar de sus frecuentes encarcelamientos y destierros pudo escribir sus primeras obras. El contacto con la poesía romántica europea (Byron, Scott) influyó en él poderosamente y orientó su propia producción poética hacia un romanticismo exaltado, pletórico de ritmo, color y fantasía. En 1834 publicó Sancho Saldaña, una novela histórica, y por las mismas fechas escribió varias comedias y el drama histórico Blanca de Borbón, editado póstumamente.
Canción del pirata
Con diez cañones por banda,
viento en popa, a toda vela,
no corta el mar, sino vuela
un velero bergantín.
Bajel pirata que llaman,
por su bravura, El Temido,
en todo mar conocido
del uno al otro confín.
La luna en el mar riela
en la lona gime el viento,
y alza en blando movimiento
olas de plata y azul;
y va el capitán pirata,
cantando alegre en la popa,
Asia a un lado, al otro Europa,
y allá a su frente Istambul:
Navega, velero mío
sin temor,
que ni enemigo navío
ni tormenta, ni bonanza
tu rumbo a torcer alcanza,
ni a sujetar tu valor.
Veinte presas hemos hecho
a despecho del inglés
y han rendido sus pendones
cien naciones a mis pies.
Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.
Allá; muevan feroz guerra
ciegos reyes
por un palmo más de tierra;
que yo aquí; tengo por mío
cuanto abarca el mar bravío,
a quien nadie impuso leyes.
Y no hay playa,
sea cualquiera,
ni bandera de esplendor,
que no sienta mi derecho
y de pecho mi valor.
Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.
A la voz de "¡barco viene!"
es de ver cómo vira y se previene
a todo trapo a escapar;
que yo soy el rey del mar,
y mi furia es de temer.
En las presas yo divido
lo cogido por igual;
sólo quiero por riqueza
la belleza sin rival.
Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.
¡Sentenciado estoy a muerte!
Yo me río
no me abandone la suerte,
y al mismo que me condena,
colgaré de alguna antena,
quizá en su propio navío
Y si caigo,¿qué es la vida?
Por perdida ya la di,
cuando el yugo del esclavo,
como un bravo, sacudí.
Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.
Son mi música mejor aquilones,
el estrépito y temblor
de los cables sacudidos,
del negro mar los bramidos
y el rugir de mis cañones.
Y del trueno al son violento,
y del viento al rebramar,
yo me duermo sosegado,
arrullado por el mar.
Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.
viento en popa, a toda vela,
no corta el mar, sino vuela
un velero bergantín.
Bajel pirata que llaman,
por su bravura, El Temido,
en todo mar conocido
del uno al otro confín.
La luna en el mar riela
en la lona gime el viento,
y alza en blando movimiento
olas de plata y azul;
y va el capitán pirata,
cantando alegre en la popa,
Asia a un lado, al otro Europa,
y allá a su frente Istambul:
Navega, velero mío
sin temor,
que ni enemigo navío
ni tormenta, ni bonanza
tu rumbo a torcer alcanza,
ni a sujetar tu valor.
Veinte presas hemos hecho
a despecho del inglés
y han rendido sus pendones
cien naciones a mis pies.
Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.
Allá; muevan feroz guerra
ciegos reyes
por un palmo más de tierra;
que yo aquí; tengo por mío
cuanto abarca el mar bravío,
a quien nadie impuso leyes.
Y no hay playa,
sea cualquiera,
ni bandera de esplendor,
que no sienta mi derecho
y de pecho mi valor.
Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.
A la voz de "¡barco viene!"
es de ver cómo vira y se previene
a todo trapo a escapar;
que yo soy el rey del mar,
y mi furia es de temer.
En las presas yo divido
lo cogido por igual;
sólo quiero por riqueza
la belleza sin rival.
Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.
¡Sentenciado estoy a muerte!
Yo me río
no me abandone la suerte,
y al mismo que me condena,
colgaré de alguna antena,
quizá en su propio navío
Y si caigo,¿qué es la vida?
Por perdida ya la di,
cuando el yugo del esclavo,
como un bravo, sacudí.
Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.
Son mi música mejor aquilones,
el estrépito y temblor
de los cables sacudidos,
del negro mar los bramidos
y el rugir de mis cañones.
Y del trueno al son violento,
y del viento al rebramar,
yo me duermo sosegado,
arrullado por el mar.
Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.
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